■ Transformaciones históricas de los géneros literarios: la poesía en el
siglo XVII
1.- Culteranismo y
complicación formal
La poética cultista llevará de
modo natural al culteranismo típico de Góngora y sus seguidores; la lírica
renacentista seguirá teniendo eminentes manifestaciones en el siglo XVII: la
poesía de contenido moral tiene asimismo prolongación en la lírica barroca.
Ahora bien, según avanza el siglo XVII, se consolida como hegemónica la poesía
culterana gongorina.
El culteranismo es, junto al
conceptismo, la tendencia estética dominante en la literatura barroca española.
Ambos estilos forman parte de una sensibilidad estética general.
El culteranismo o gongorismo
considera, ante todo, la belleza formal. Es una literatura más atenta a la
imaginación y a los sentidos que al pensamiento mismo. Pretende crear un mundo
de belleza absoluta y tiende a trascender la realidad, magnificándola mediante
el poder mágico de la palabra.
Se emplean numerosos recursos
retóricos: metáforas, audaces, sinécdoques, imágenes brillantes, voces sonoras
y otros recursos que buscan la musicalidad del verso.
El vocabulario es original e
incorpora numerosos cultismos léxicos de procedencia latina.
Sin embargo, Góngora fue centro
enseguida de los ataques de los opuestos a esa estética. Autores como Lope de
Vega, que pretenden llegar al común de las gentes, reprueban abiertamente la
estética gongorina como herejía poética propia de una minoría.
2.- Temas de la poesía
barroca
La vertiente culterana de la
poesía barroca muestra predilección por los motivos de raíz clásica y, en
particular, por la mitología. Pero la poesía barroca era de temática tan
diversa que desbordaba la mera creación de motivos clásicos greco-latinos.
En realidad todo podía ser asunto
poético: el amor, las reflexiones morales, los problemas existenciales, la
historia, la naturaleza, las costumbres, las anécdotas particulares, etc.
Se cultivan no solo la poesía
lírica o la poesía épica, sino que también la poesía dramática tiene ahora
excepcional importancia.
3.- Tendencias y
escuelas
En la poesía del siglo XVII
suelen distinguirse diversos grupos atendiendo a su procedencia geográfica:
-
Escuela madrileña, con Lope de Vega, Quevedo o
Calderón de la Barca
-
Escuela sevillana, con Juan de Arguijo,
Francisco Medrano, Rodrigo Caro, etc.
-
Escuela antequerano-granadina, con Pedro de
Espinosa o Cristobalina Fernández
-
Escuela aragonesa, con los hermanos Argensola
-Lupercio y Bartolomé-
Con criterios más literarios cabe
distinguir:
-
Corriente culterana, con Góngora
-
Línea clasicista, con Arguijo o los hermanos
Argensola
4.- Lope de Vega
Lope de Vega, además de un
destacado prosista y gran dramaturgo, es un excelente poeta. Su poesía es tanto
de contenido dramático como lírica y épica
.- Épica: La hermosura de Angélica, Jerusalén conquistada, El Isidro, etc.
.- Lírica: Rimas, Rimas sacras, etc.
Lope destacó en el uso del
romance y del soneto. Es uno de los mayores representantes del llamado
Romancero nuevo o artístico y compuso más de un millar de sonetos.
■ Estudio y antología
1.- Luis de Góngora
1.1.- Vida y personalidad
Luis de Góngora y Argote nació en
Córdoba en 1561. Estudio leyes en Salamanca y volvió a Córdoba, donde inició su
carrera dentro de la Iglesia. Viaja mucho en misiones encomendadas por el cabildo
y sus poemas empiezan a granjearle cierta fama. Cuando se instala en Madrid, en
1617, es ya considerado el mejor poeta de su tiempo. Amante de la vida lujosa y
muy aficionado al juego, se ve acosado por las deudas. Ya enfermo, regresa a
Córdoba en 1626 y allí muere al año siguiente.
Famosas son sus enemistades
personales y literarias con Quevedo y con Lope de Vega. Por el contrario contó
con defensores y numerosos seguidores, que imitaron su estilo hasta bien
entrado el siglo XVIII.
1.2.- Su obra
A excepción de dos comedias: El doctor Carlino (inconclusa) y Las firmezas de Isabela, Góngora es
exclusivamente un poeta lírico.
La obra lírica de Góngora circuló
de forma oral y manuscrita durante su vida. Sus versos se publicaron después de
su muerte en diversas ediciones. Existe, además, un manuscrito que contiene
gran parte de sus poemas, en el que los textos van acompañados de su fecha de
composición. Estos datos cronológicos permiten descartar la existencia de dos
épocas diferentes en su poesía, la del poeta fácil, sencillo y popular, y la
del escritor oscuro y complejo. Pero si
es cierto que, desde 1609, su intención es la de crear un nuevo lenguaje
poético. Y es a partir de esa voluntad de forjar una nueva poesía cuando
componga sus obras mayores: Fábula de
Polifemo y Galatea (1612), Soledades
(1613-1614) y Fábula de Píramo y Tisbe
(1618). El resto de su poesía consta de más de doscientos romances y letrillas,
unos dos centenares de sonetos y algunas otras composiciones diversas.
La poesía de arte menor
En las letrillas y otras composiciones de arte menor, es frecuente la
presencia de un estribillo o breve
estrofa que se va glosando reiteradamente. Son muy frecuentes los textos de carácter humorístico o satírico.
Sus romances son muy notables y en ellos se alterna e incluso se mezcla
lo serio y lo burlesco. Tratan de los más diversos temas: caballerescos,
moriscos, de cautivos, pastoriles, amorosos, etc. Sin embargo, no cultiva
Góngora los romances épicos de historia nacional. Merece especial atención el
romance Fábula de Píramo y Tisbe
(1618)
La poesía de arte mayor
Góngora fue un gran sonetista.
Sus sonetos siguen normalmente el modelo clásico de cuartetos expositivos y
tercetos conclusivos.
En sus sonetos, Góngora abordó
temas variados: amorosos, satíricos, burlescos, morales, mitológicos, etc.
Fábula de Polifemo y Galatea.
Soledades
Con estos dos poemas lleva
Góngora a su culminación el estilo culterano. Solo resultan comprensibles para
un lector extremadamente culto. Son concebidos como un reto a la inteligencia.
La Fábula de Polifemo y Galatea consta de 504 versos en octavas reales
y desarrolla el mito clásico del cíclope Polifemo enamorado de la ninfa
Galatea. En este poema Góngora se centra en intensificar la exageración y
llevar al límite la hipérbole. El lenguaje es enormemente complejo.
Soledades. La idea original es que las Soledades fueran cuatro, pero finalmente Góngora solo compuso la
primera y parte de la segunda. En total unos dos mil versos agrupados en
silvas. El tema es bien sencillo: el canto de la vida natural. Las Soledades son tan solo una sucesión de
escenas pastoriles y rurales, siempre en el entorno de una naturaleza
literariamente estilizada.
1.3.- Temas y estilo
Los temas de gran parte de los
poemas de Góngora son:
-
El amor,
con todos los tópicos característicos de la literatura petrarquista
-
La mitología,
como fuente inagotable de motivos
-
La naturaleza,
como marco estilizado y como referente bucólico ideal
No cabe olvidar la vertiente satírica y burlesca de
Góngora, tanto en poemas de aire popular, como en los textos más formalmente
cultos.
Los modelos gongorinos son los
característicos de la literatura renacentista: autores clásicos grecolatinos,
autores italianos y los mismos autores españoles, con Garcilaso a la cabeza.
Ahora bien, Góngora se aleja de
sus modelos, complicando y distorsionando al máximo la lengua poética
renacentista. En su poesía hay una tendencia constante a la expresión
metafórica y perifrástica.
2.- Quevedo, poeta
2.1.- Su obra poética
Quevedo fue un poeta conocidísimo
en su época desde muy joven. Sin embargo, no llegó a ver publicados sus poemas
en vida. En 1648, González de Salas publicó –con algunas correcciones y
modificaciones- buena parte de ellos en El
Parnaso Español. Un sobrino de Quevedo publicó en 1670 otra parte de sus
poemas, también con alteraciones diversas.
La obra poética de Quevedo (unas mil composiciones) suele agruparse
atendiendo a sus temas: poemas filosóficos, morales, religiosos, amorosos,
satírico-burlescos y de circunstancias.
.- Poemas graves.- La mayoría son
sonetos y abordan temas típicamente barrocos, como la muerte, la brevedad de la
vida, la fugacidad del tiempo o el desengaño.
.- Poemas amorosos.- impregnados de
petrarquismo y neoplatonismo, en los que muchas veces el ideal amoroso se ve
enturbiado por la presencia de la muerte. Además aborda el amor en clave
satírica, irónica, cómica o abiertamente erótica.
.- Poesía satírico-burlesca.- son
poemas en los que predomina el verso octosílabo, y son los que más claramente
ponen de manifiesto la capacidad para la agudeza y el ingenio lingüístico de
Francisco de Quevedo. Los objetos de su sátira son muy variados: mujeres,
maridos burlados, judíos, médicos, boticarios, abogados, jueces, escritores
(Góngora particularmente), las modas, el poder del dinero, etc.
2.2.- Temas
Gran parte de los temas de su
poesía son tópicos literarios, pero Quevedo imprime siempre en ellos su sello
personal.
Su poesía es un vehículo para la
expresión de las preocupaciones metafísicas y el desengaño barroco. La mujer
desaparece y pasa a primer plano una resistencia a la mortalidad final del
cuerpo. En el centro mismo de su poesía amorosa se encuentra la angustia de la
soledad. La muerte es una preocupación permanente. Expresa un constante meditar
sobre la brevedad de la vida, sobre la fugacidad del tiempo. La vida es una
loca carrera hacia la muerte.
Este hondo pesimismo quevedesco,
esta visión desolada del hombre y del mundo es indisociable de su percepción de
la decadencia española. Ello explica sus sátiras crueles de todo tipo de
novedades, y explica también su añoranza de la sociedad estamental pasada en la
que todo hombre tenía un lugar predeterminado en el mundo.
2.3.- Estilo
En la poesía de Quevedo son
constantes los juegos de palabras, equívocos, dilogías, polisemias,
paronomasias, hipérboles, antítesis, paradojas, deformaciones grotescas, etc.
Consigue creaciones geniales
tanto por su uso magistral de la lengua como por su perfección formal. Llega a
la culminación del principio renacentista de decir mucho con pocas palabras,
obligado por la limitación de sílabas, versos, rimas o acentos. El soneto es,
sin duda, el ejemplo máximo de su perfección poética.
Una característica muy peculiar
de la poesía de Quevedo es su apasionamiento e intensidad afectiva, que vierte
en sus textos mediante la abundancia de oraciones interrogativas, exclamativas
y apelativas, mediante llamadas directas al lector o mediante el uso de
diminutivos y aumentativos de carácter afectivo.
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